viernes, enero 08, 2010

LA EDUCACIÓN EN LA FAMILIA REFLEJADA EN EL ÁMBITO ESCOLAR

La modernidad de la educación de acuerdo al Plan Nacional de Educación se consolida en una corriente de aprendizaje sustentada en la creatividad del niño y la niña y su razonamiento mental. Se fundamenta en que los educandos tengan una formación consciente sobre la problemática actual del país en lo social y natural.

Entendiendo la problemática social como aquella en la que el educando debe participar solidariamente para el beneficio de la comunidad y poder integrarse a ella en la parte activa de su vida. Lo natural se fundamenta en que como ser humano tiene características únicas que lo hacen diferente a los demás y que como tal debe de desarrollar sus habilidades y destrezas. Así mismo se le fomenten los valores y el amor a la patria.

El nuevo sistema educativo considera al profesor como el facilitador del aprendizaje y al educando como el creador de su aprendizaje, reforzado por el apoyo e integración de los padres en esta responsabilidad. Es lo que la nueva educación proporciona a la familia, y al respecto es importante cuestionarse ¿están todos los padres de familia realmente preparados para esta nueva responsabilidad? ¿tienen tiempo de acuerdo al nuevo sistema de trabajo para apoyar en esta tarea a sus hijos?.

Estas inquietudes son difíciles de contestar pero un aspecto positivo es que existe una mayor cantidad de padres con preparación académica, lo que hipotéticamente nos reflejaría que tienen una mejor capacitación para ser mejores padres. Además en diversos centros educativos ofrecen los servicios de escuela para padres, donde por medio de conferencias, talleres, cursos, etc., se les ofrece dicha capacitación.

Existen en nuestro país otras alternativas para delegar la función de padre, como son las guarderías o centros maternales, o bien como frecuentemente ocurre esta actividad recae en los abuelos, ya que la pesada carga económica obliga a los padres a trabajar doble turno.

La literatura nos muestra una diversidad de formas de entender la educación una la didáctica tradicional, a la que se puede definir como un conjunto de prácticas, procedimientos y metodologías, matizadas por algunas características comunes. El sentido tradicional de la didáctica sigue teniendo vigencia hoy, reconociendo por supuesto las modificaciones que sufrieron las primeras concepciones. La propuesta pedagógica de Rousseau considera "todo lo que se le da al ser humano que no tiene al nacer y necesita en la vida es la educación". (1)

Esto significa que el ser humano tiene información que recibe desde el momento de la procreación y que le permite desarrollarse; ya en la escuela se le instruirá para una vida productiva.

Su tesis principal se basa en que la educación debe centrarse en el niño(a) de acuerdo a las distintas etapas en su desarrollo, de ahí que el modelo educativo actual debe fundamentarse en considerar al educando como un ser natural, que tiene el deseo de aprender, experimentar y crecer.

Desde esta visión la función de la familia o los padres es la de apoyar sus inquietudes conocer sus habilidades y destrezas y colaborar en su crecimiento educativo y cultural, cuando los valores morales y culturales no se aprenden en el hogar, propicia una autoridad mal entendida, ya que no se educa en la libertad que le permita desarrollar su creatividad.

La educación que se recibe en el hogar basada en el concepto de que el niño no puede opinar o externar sus ideas riñe con el modelo del nuevo programa educativo; y tiene como consecuencia: nulo trabajo de equipo, falta de integración al grupo, forjaría un temperamento introvertido. Así también podríamos considerar que la libertad que maneja el nuevo proceso educativo sea mal interpretada por el educando y se confunda con el libertinaje lo que podría interpretarse como un niño problema.

Otro factor que destaca la teoría de Rousseau es el conocimiento del sujeto de la educación "Empezad, pues, por estudiar mejor vuestros discípulos, que de seguro no los conocéis" (2). El principio anterior se considera vigente en la pedagogía contemporánea ya que sin el conocimiento psicobiológico y social del alumno son imposibles la buena educación y el educador eficiente.

La teoría de Pestalozzi nos podría ayudar a conocer un poco la base metodológica del proceso pedagógico actual, donde se retoman conceptos como la espontaneidad, la colectividad, la intuición, la actividad-acción.

Las peculiaridades de cada alumno deben ser conocidas y respetadas por el maestro. Así Jullien dice que el maestro "debe observar, con una especie de sentimiento religioso, la naturaleza que se revela en ellos, mirándola no como dueño o señor para ejercer en ella su influencia sino como un administrador que atiende a su mejor servicio. Su encargo es recoger las impresiones de aquella naturaleza, satisfacer sus necesidades y obedecer sus leyes, dejando que los gérmenes existentes en cada uno de sus alumnos se desenvuelvan por si mismos y limitándose a secundar su marcha, su proceso y acción". (3)

Puede decirse que el niño, en cierto modo, comprende y realiza su propia educación y que el maestro es un medio exterior para su desarrollo y su instrucción. Pero los padres muchas veces no lo comprenden así, sino que le exigen resultados donde ellos puedan observar los avances, reflejados en la evaluación y en una calificación, donde el principal responsable de ello es el maestro. Cuando los padres participan activamente en el aprendizaje de sus hijos, descubren como ellos aprenden al mismo tiempo, denotan cada una de sus evoluciones, pero ello requiere que se le dedique tiempo, algo que difícilmente de realizar.

"la idea principal de Pestalozzi... de organizar la instrucción de sus alumnos, parece al mismo tiempo útil al desarrollo de las facultades morales intelectuales y constituye uno de los caracteres distintivos y uno de los medios de ejecución de su sistema". (4)

"Leed bien lo que sigue, padres y maestros: la educación moral no se obtiene mediante instrucciones y discursos, formalidades y ceremonias, sino con el ejemplo, con los hechos, y el fondo de las costumbres y la vida diaria". (5)

Lo anterior nos remite a que el ejemplo que reciben los hijos de los padres es fundamental en el desarrollo educativo; cuando el niño es creado en un ambiente donde predomine el amor, el respeto a los demás y el espíritu de colaboración, aprenderá a ser respetuoso, responsable de su vida y solidario en la adversidad. Para lograrlo, la comunicación entre padres e hijos es indispensable, el poder participar junto con él de sus triunfos y sus fracasos.

La educación para la libertad le permitirá elegir cuando puede jugar, divertirse con los demás y cuando sentarse a cumplir con sus responsabilidades ya sean educativas, religiosas o del hogar. Pero es importante que tanto padres y maestros lo acepten ya que la felicidad y el bienestar de ello, depende del amor y la aprobación que se les brinden.

Nelly cree que el niño no es un inválido, ni un cobarde, mucho menos un autómata inconsciente, sino que tiene posibilidades plenas para amar la vida. El fin de la educación es hallar la felicidad. Felicidad para interesarse en todo lo que lo rodea, felicidad para ser creativo, felicidad para compartir con los demás, y así con felicidad ir formando su propio universo.

La educación tradicional tiene como argumento contra la libertad de los niños lo siguiente: "La vida es dura, y debemos prepara a los niños para que después la acepten a ella. Así pues, debemos disciplinarlos. Si les permitimos hacer lo que quieran, ¿cómo van a poder servir a un jefe?¿cómo van a poder competir con otros que han conocido la disciplina? ¿cómo van a se capaces de disciplinarse a si mismos?". (6)

Cuando las personas se oponen a creer en la libertad, presupone que su principal obstáculo será ella misma; ya que el niño podrá acatar una disciplina estricta donde no haya la felicidad, pero el problema se presentará cuando se dé el proceso de madurez en la adolescencia, donde no distinga la libertad del libertinaje. Aunado a esto se presenta el problema de la desintegración familiar que puede ocurrir cuando el padre y la madre trabajan con la finalidad de proporcionarles todo lo necesario para su formación, descuidando lo esencial, el amor.

En su libro Summerhill, Nelly nos describe como los niños de las clases bajas o de la calle cuando son educados para la libertad logran sobresalir de los demás. La disciplina dogmáticamente impuesta y los castigos producen temor, y el temor produce hostilidad.

El desarrollo humano sano hace necesario que un niño rompa al fin los lazos que lo unen a los padres y que se haga verdaderamente independiente. Debe aprender a hacer frente al mundo como individuo, deber aprender a encontrar seguridad.

Los sentimientos de culpabilidad son un obstáculo para la independencia. Cuando hacemos sentir a un niño culpable, lo enfrentamos a la lucha desigual entre lo que está bien y lo que está mal; pero cuando el niño ve lo que se dice que está mal para él, está bien para los padres, esa lucha desigual se vuelve una frustración y lo lleva a ser un dependiente de los demás en la toma de decisiones. Más aún si agregamos a esto el castigo físico, que viene a recrudecer el sentimiento de culpabilidad y a engendrar miedo, y el miedo a su vez engendra hostilidad e hipocresía.

Hay en el mundo pocos niños autónomos. La autonomía o gobierno de sí mismo implica la creencia en la bondad de la naturaleza humana, creencia que no hay. Nadie ha visto a un niño completamente autónomo, todos han sido moldeados por los padre, los maestros y la sociedad. Por consiguiente, lograr la libertad mediante el proceso educativo sigue siendo una falacia ya que reproducimos lo que el sistema político quiere, o bien obligamos a los hijos a ser lo que los padres quieren que sean.

Neill no trata de educar a los niños para que encajen en el orden existente, sino se esfuerza por educar niños que lleguen a ser seres humanos felices, hombres y mujeres cuyos valores no son tener mucho ni usar mucho, sino ser mucho.

La teoría de la educación propuesta por Freire representa una severa crítica a la didáctica tradicional. La metáfora freiriana denomina a ésta como la concepción bancaria de la educación en la que el profesor dueño del saber, deposita sus saberes en la cuenta en blanco, que es el alumno, quien está obligado a escuchar, memorizar y repetir llegado el momento del examen. El aprendizaje es entonces, la acumulación de saberes que realiza el alumno.

Esta teoría nos conduce a cuestionarnos: ¿el modelo educativo que reciben los niños en la escuela oficial no los está haciendo seres oprimidos? La reproducción del sistema político como se menciona con anterioridad se refleja ampliamente en la teoría de Freire, ya que la opresión aparece en el sentido de que no se educa para la libertad, el actuar y el reflexionar.

"Al contrario de la concepción "bancaria" la educación problematizadora, respondiendo a la esencia del ser de la conciencia, que es su intencionalidad, niega los comunicados y de existencia a la comunicación. Se identifica con lo propio de la conciencia que es ser, siempre conciencia de. En este sentido la educación liberadora, problematizadora, ya no puede ser el acto de narrar, de depositar o trasmitir conocimientos". (7)

"El antagonismo entre las dos concepciones, la "bancaria" que sirve de dominación y la problematizadora que sirve de liberación surge precisamente ahí. Mientras la primera necesariamente mantiene la contradicción educador-educandos, la segunda realiza la superación". (8)

La escuela liberadora busca que el alumno no se convierta en una caja de resonancia donde solo repita lo que el maestro le dice, sino que a través del nuevo aprendizaje adquiera nuevos conocimientos y los incorpore como una nueva experiencia. El aprendizaje debe ser reforzado por la acción del educando en la comunidad donde pueda desarrollar lo aprendido.

La formación de la educación para la libertad en el niño debe iniciar en el hogar, donde se le permita ir ejerciendo su propio liderazgo, sin llegar a la manipulación; donde junto con los demás miembros de su familia participe en la toma de decisionesy no solamente sea un receptor pasivo de los mensajes dados por los demás.

Los planteamientos vistos en estas corrientes de pensamientos pedagógicos de estos teóricos de la educación, son o constituyen un soporte de nuestro sistema educativo nacional que poco a poco intenta romper y crear nuevas formas de entender la practica educativa. Al no limitar la problemática educativa al contexto del aula, incorporan necesariamente elementos políticos, sociales, ideológicos y culturales replanteando las concepciones de hombre-mujer-sociedad, educación, conocimiento, aprendizaje, alumno, profesor y padre de familia.

El aprendizaje no es acumulación sino ruptura permanente de esquemas de conocimiento de mayor complejidad o paradigmas. Esta perspectiva nos representa la importancia de que la educación no solo recae en el profesor, ya que este solo es un facilitador del aprendizaje; los verdaderamente responsables del tipo de educación que reciben los hijos son los padres. Y en la medida en que estos se preparen profesionalmente para saber educar en la libertad a los hijos, estos podrán ejercer satisfactoriamente su libertad.

Que el alumno acuda a la escuela sin pensar que se enfrenta a un obstáculo más en la vida, sino que acude a un espacio donde podrá aprender sin martirio, donde podrá jugar y divertirse, donde podrá contar las experiencias vividas en su hogar ya que tanto el maestro como él forman parte del desarrollo de la sociedad, una sociedad cambiante que requiere cada día mejores profesionistas.

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Francisco Javier Ventura Cisneros
Licenciado en Pedagogía
Universidad de Colima
Docente del Departamento de Ciencias Económico–Administrativas
Instituto Tecnológico de Colima

miércoles, enero 06, 2010

MOTIVACIÓN

La motivación es lo que más puede colaborar en la tarea de educar a los niños

Conducta
Conseguir que nuestros hijos sean ordenados, estudiosos, alegres, sinceros, responsables, y que sean constantes en lo que sea posible, no exige esfuerzos sobrenaturales. De una forma sencilla, concreta y personal, se puede motivar a los niños, desde la más temprana edad, a que aprendan y sepan lo que queremos de ellos y para ellos. La motivación es lo que más puede colaborar en la tarea de educar a los niños, despertando en ellos una acción positiva en todas las tareas que realizan durante sus días. En los cuadros abajo, podrás conocer cómo se motiva negativa y positivamente a los niños, y qué actitud se promueve con cada caso.

Empecemos por las frases para una motivación positiva y la relación con la actitud promovida. Las frases positivas deben ser usadas a menudo. Delante de otras personas aumentan su eficacia; pero, en presencia de hermanos pueden producir celos.
Es recomendable sorprender a los hijos haciendo algo bien y decírselo. Una vez al día es un buen objetivo.

Después presentamos las motivaciones negativas, es decir, con las que debemos descartar de nuestra educación. Cuando se dicen estas frases delante de otras personas se produce humillación, y la actitud negativa queda más reforzada.

VIOLENCIA ESCOLAR

EL PAPEL DE LA FAMILIA EN LA VIOLENCIA ESCOLAR

Miércoles 5 de noviembre de 2008, por Emilio Bohórquez Rodríguez (actualizado el 7 de noviembre de 2008) Ver en formato PDF ¿Qué pueden hacer los progenitores?

Podría decirse que los niños no entienden de matices en lo que a conducta violenta se refiere y sólo aprenden que ser violento tiene muchas ventajas. No llegan a discriminar que la conducta violenta sólo es aceptable en muy contados casos y circunstancias muy determinadas. No se puede enseñar a un niño a ser “sólo un poquito violento”, ya que los matices son muy sutiles para que la mente infantil, y su sistema heterónomo de valores pueda asimilarlos.

Cuando desde la familia se aprueba e incentiva la conducta agresiva y violenta, el niño, indefectiblemente incorpora esos patrones de conducta a su repertorio, ejercitándolos en cualquier situación social en la que se sienta mínimamente amenazado. Éste es el factor más poderoso que determina la tendencia violenta de un niño: la aquiescencia de los padres y la práctica en el entorno familiar. La aprobación explícita o tácita de la conducta violenta de los niños en el entorno familiar funciona como un premio que aumenta la posibilidad de que ésta se repita en el futuro y acabe generalizándose a otras situaciones.

No es necesario el refuerzo positivo (premio) directo de la conducta agresiva para que ésta se refuerce, basta con que el niño la observe en sus padres o hermanos o que la experimente él mismo sin recibir un castigo para que sea cada vez más ejercitada. El refuerzo de la conducta agresiva es, sobre todo, indirecto y comienza en la familia. Por ello los padres deben mostrar una actitud firme y resolutiva a la hora de reprobar la conducta violenta de sus hijos, no basta con el silencio, los educadores deben actuar dando ejemplo. Los hijos deben entender sin ningún tipo de dudas que la violencia no es admisible, ejercitando pautas de conducta basadas en el diálogo y la tolerancia. Y ello no es fácil, porque parece que el Primer Mundo guarde dos criterios sobre la violencia: Uno para si mismo, los “ciudadanos de primera”, donde se aspira a la idílica convivencia y se rechaza el más mínimo atisbo de violencia, ya sea simbólica o fáctica. Y otro muy distinto, para los ciudadanos “de segunda”, los del Tercer Mundo, donde la vida humana vale lo que los intereses políticos y económicos de Occidente dispongan.

Los primeros que deben dar ejemplo de rechazo a la violencia son los padres en su conducta cotidiana: desde la forma de relacionarse con la pareja (una conducta despectiva o agresiva es un patrón que los hijos asimilan y hacen suyo a la hora de interrelacionarse con sus compañeros); la resolución de conflictos domésticos, sociales o laborales (si la violencia verbal, el improperio y la amenaza son las herramientas de resolución de conflictos de sus padres, es lógico que los hijos las consideren “normales”); la percepción de los medios de comunicación (si los padres no comentan la reprobable agresividad de muchos videojuegos, películas, etc...los menores observarán incrédulos la hipocresía de una sociedad que en la escuela le enseña el respeto y en los medios de comunicación le mitifica la violencia); la percepción de los conflictos (el terrorismo, la guerra y la violación de los derechos humanos están a la orden del día en nuestro planeta, parte de los cuales llega a nuestros hogares mediante radio, prensa o televisión, y es labor de los padres comentar la barbarie de estos hechos y la sinrazón de los mismos, puesto que los hijos se moverán en la ambigüedad de observar como los mismos políticos que defienden en sus flamantes leyes educativas su compromiso para con la paz y los derechos humanos, son los mismos que apoyan la guerra, venden armamento a países dictatoriales o guardan silencio mientras comunidades inocentes son masacradas por intereses partidistas y económicos).

Por tanto, los alumnos de hoy, que son los adultos del mañana, deben ser educados en una cultura para la paz desde el mismo entorno familiar. Una cultura de la no violencia sin ambigüedades.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

• Bandura, A. (1983). Principios de modificación de conducta. Ed. Sígueme. Salamanca.

• Castells Cuixant, P. (2007). Victimas y matones: claves para afrontar la violencia en niños y jóvenes. CEAC. Barcelona.

• Mc Cord, J. y Mc Cord W. (1966). El psicópata. Ediciones Horme. Buenos Aires.

• Parent Jacquemin, J. M. (2007). La no-violencia activa: una ética para hoy. Fundación E. Mounier. Madrid.

• Serrate, R. (2007). Bullying, acoso escolar: guía para entender y prevenir el fenómeno de la violencia en las aulas. Ed Laberinto. Madrid.

Emilio Bohórquez Rodríguez


martes, enero 05, 2010

PADRES VERSUS DOCENTES EN LA EDUCACIÓN

En estos momentos pareciera que los padres consideran que pueden y deben decidir sobre el trabajo del docente en el aula y en los exámenes de sus hijos. Se transforman en jueces y recriminan a todos y contra todos.

Se han dado casos de violencia, padres que insultan y hasta golpean a docentes después de un examen de recuperación de diciembre o en el del temprano febrero. Los docentes por su lado realizan prolongadas e inútiles reuniones institucionales para tratar entre tantos temas, el consejo de convivencia y ver cómo pueden mejorar todo lo referido al trabajo con el alumno y se realiza hasta un seguimiento para mejorar y retener al mismo en el sistema educativo que todos sabemos que ha comenzado el siglo con una crisis muy difícil de superar.

Los padres no se acercan al colegio hasta que la situación se agrava y no se puede hacer nada por su hijo, a pesar de que durante el año fue convocado por docentes, preceptores y notas a concurrir al establecimiento.

A fin de año, cuando su hijo no tiene posibilidades y repite, el padre sostiene que conoce muy bien a su hijo y que le tiene confianza y que seguro le ha ido muy mal porque un docente no lo acepta o porque hay drogas en el colegio, cosa que sabe muy bien por lo que su hijo le ha comentado, pero nunca, si es que lo supo, ayudó a las autoridades del colegio sobre el tema.

Se llegan a concretar juicios y después de mucho andar, el padre o madre intenta disculparse para no pagar lo que corresponde y no en todos los caso pues hay quienes aún apelan sosteniendo que han pegado al docente por estar muy nerviosos y que es comprensible ya que se juega un año de estudio del hijo.

¿Cómo actúan los integrantes de la comunidad educativa y cómo, los padres frente a esta situación?:
bullet La institución educativa parece ajena a la problemática y sólo se limita a lamentar lo sucedido y espera que el docente damnificado lo solucione, y ¡De la mejor manera posible!.
bullet Nadie parece conocer el tema, no se hace público y eso es negativo porque nadie tiene posibilidad de ayudar a su compañero, quien tampoco dice nada hasta el momento en que las cosas están más o menos encaminadas en un juicio.
bullet Se pregunta al preceptor, quien se supone debe saberlo todo, pero llegado el momento nada dice porque lo compromete. Lo máximo es un comentario sobre el chico algo “introvertido”, o “algo desconectado del contexto”, pero nada claro al respecto.
bullet Los directivos no quieren problemas en su establecimiento y menos aún frente a la supervisión, entonces es el momento en el cual tratan de solapar todo dentro del establecimiento.
bullet Llegadas en una visita de rutina, las supervisoras son informadas y allí la expresión de rutina también ¡qué barbaridad¡. Y aseguran que eso debió pasar a la supervisión, pero no pasa de allí.
bullet Si el docente toma medidas, todo es interpretado que es en contra del alumno.
bullet Si el alumno insulta al docente, nada pasa, es como si fuera normal. ¡no hay amonestaciones! Entonces eso se debe llevar al consejo de disciplina. Allí comienza la discusión sobre si es conveniente dejar al alumno libre o pedir el pase, porque los padres no desean nada de eso.
bullet El alumno espera las decisiones de tantos pormenores sin importarle absolutamente nada de lo que se habla.
bullet Obvio parece ser que el alumno tiene la madurez necesaria como para decidir y dar todo un descargo para llegar a comprender que sus problemas “familiares” o de conducta lo han llevado a semejante situación y que es conveniente dejarlo con un acta de compromiso firmada por su puño y letra. Es decir el papel que el chico sabe que no tiene ningún valor ni se lo da él tampoco.
bullet Si se soluciona el problema dentro del colegio, el padre con una gran sonrisa se despide y todo termina, de lo contrario amenazando se dirige a la supervisión.

El docente argentino no está protegido contra ciertas injusticias del sistema, no sólo las condiciones de trabajo inadecuadas en las que se desempeña sino también en su integridad física y moral.

Si se le suma la inestabilidad de nombramientos, de tener la deseada titularidad. El tener que ir de un colegio a otro, el tener tantos cursos, ciertas veces hasta 22 cursos con 660 alumnos por semana, para conducir en el proceso educativo, de tener que ir a Sanidad Escolar , donde todo es arbitrario para considerar las afecciones que se padezcan, hablando de 55 a 60 años, donde todos sabemos que las enfermedades crónicas son infalibles. Olvide decir que el docente no tiene siquiera derecho a la locura que le impone el sistema. Y me pregunto ¿será considerado?

Si escribo esto es por lo que veo en el sistema, no por problemas personales en él, ya que con el alumnado no tengo problemas, lo cual es otra exigencia muy grande porque hay que dejar que el alumno se adecue y después ver.

¿Qué hacen los docentes al respecto?
bullet ...

JOSE JULIO PAZ KOWALSKI, Profesor
Gonzalo Vidal Castaño

Licenciado en Química. Doctor en Ciencias Pedagógicas. Profesor de la Universidad de la Habana. Profesor invitado de la Maestría de Enseñanza de las Ciencias en la Universidad Autónoma de Nuevo León, México. Investigador invitado del Centro de Innovación, Desarrollo e Investigación Educativa de la Universidad Autónoma del Estado de México.

Departamento de Química General. Facultad de Química. Universidad de la Habana. Zapata s/n entre Carlitos Aguirre y G. Vedado. Ciudad de la Habana. Cuba. CP 10400.

Dirección electrónica: gonzalo@fq.uh.cu

Resumen

Enseñar, hoy día, significa motivar e involucrar a los estudiantes en un proceso de construcción y reconstrucción de sus propios conocimientos, habilidades, actitudes, afectos, formas de comportamiento y valores. Es hacer que vivan y sientan que la ciencia es una actividad humana y no un conjunto de conocimientos que deben aprender de memoria. La mayoría de las corrientes pedagógicas contemporáneas abogan por un cambio conceptual en la educación, que generalmente se concibe que consiste en mover el centro de atención de la enseñanza al aprendizaje, en reconceptualizar la actividad de estudio del alumno, considerando que el profesor debe actuar como orientador, facilitador o mediador del aprendizaje del estudiante. En nuestra opinión, el cambio conceptual en la educación requiere necesariamente de una nueva concepción de la enseñanza, del papel del profesor en el proceso de enseñanza aprendizaje. Es por ello que este trabajo pretende someter a discusión una concepción de la actividad del profesor, obtenida a partir la teoría de la actividad de A. N. Leontiev, integrando elementos de la teoría de la dirección y de los principios generales de la calidad total.
Introducción

La educación activa es un cambio conceptual de la educación formal, que frecuentemente se concibe como el tránsito de una educación basada en la enseñanza, cuyo centro es el profesor, a una educación basada en el aprendizaje, cuyo centro es el estudiante. En nuestra opinión, el cambio conceptual en la educación no radica en mover el centro de atención de la enseñanza al aprendizaje, sino en lograr una nueva concepción tanto de la actividad del alumno como de la del profesor.

Incluso en las corrientes pedagógicas que consideran al estudiante como sujeto activo, no están completamente esclarecidas las relaciones entre aprendizaje y enseñanza, es decir, entre la actividad del alumno y la del profesor. En ocasiones sólo se toma en cuenta la relación del alumno con el objeto de conocimiento y, en otras, aún otorgándole al profesor una función orientadora o mediadora en el aprendizaje del alumno, no queda claro cómo él debe estructurar y desarrollar dicha función (González, 1995). Es por ello que este trabajo pretende someter a discusión una concepción de la actividad del profesor, obtenida a partir la teoría de la actividad de A. N. Leontiev, integrando elementos de la teoría de la dirección y de los principios generales de la calidad total.
¿Qué es la Actividad Humana?

Para Vigotsky (1982) (Talizina, 1988), la actividad humana es el proceso que media la relación entre el ser humano (sujeto) y aquella parte de la realidad que será transformada por él (objeto de transformación). Dicha relación es dialéctica, el sujeto resulta también transformado, porque se originan cambios en su psiquis por medio de signos que, como el lenguaje, sirven de instrumentos.

La actividad psíquica (interna) y la práctica (externa) no son dos cosas diferentes, sino dos formas de un todo único: la actividad. La unidad entre ambas formas revela la indivisibilidad de la vida íntegra del hombre, que se manifiesta en dos formas, la material y la ideal.

La Teoría de la Actividad de A.N. Leontiev (1981) permite realizar un análisis integral de la actividad humana, delimitando la estructura de la misma, es decir, sus componentes principales y las relaciones funcionales que entre ellos se producen, así como su desarrollo. La actividad se concibe como un sistema de acciones y operaciones que realiza el sujeto sobre el objeto, en interrelación con otros sujetos.

¿Cuál es la Estructura de la Actividad Humana?

En cualquier actividad humana, el sujeto actúa sobre el objeto impulsado por sus motivos, por las necesidades, internas y externas, que surgen en él para alcanzar su objetivo: la representación que ha imaginado del producto a lograr.

Antes de la ejecución de la actividad en el plano práctico el sujeto elabora su base de orientación conformada por la imagen, el conocimiento previo sobre la propia actividad, sobre el objeto, los procedimientos y los medios que ha de emplear, las condiciones en que se debe realizar y el producto a lograr.

Para la realización de su actividad el sujeto utiliza determinados procedimientos, es decir, sistemas de acciones y operaciones que dependen del propio sujeto, de las características del objeto, de los medios de que disponga, y de las condiciones.

Los medios son los instrumentos materiales, informativos, lingüísticos y psicológicos que posee el sujeto y que emplea en la transformación del objeto.

Las condiciones son el conjunto de situaciones de naturaleza ambiental, psicológica y social en que se efectúa la actividad.

Los productos son los resultados logrados mediante la actividad. Se distinguen las transformaciones en el objeto, el sujeto, los medios, los procedimientos y las condiciones.

Los objetivos son la parte rectora de este sistema pues ellos relacionan entre sí a los componentes de la actividad y le dan a la misma una dirección determinada hacia el resultado final.

¿Cómo se desarrolla la Actividad Humana?

El progreso de la actividad humana puede ser descrito mediante los cuatro momentos principales en que transcurre la misma: orientación, ejecución, control y corrección.

La orientación del sujeto en la situación que enfrenta con relación al objeto, está basada en los esquemas referenciales de que dispone e incluye la planificación de las futuras acciones. La ejecución consiste en la realización práctica de las acciones. El control tiene dos vertientes: la regulación sistemática que se efectúa durante los dos primeros momentos de la actividad y la comprobación final de lo logrado durante la actividad, que se consuma contrastando el producto alcanzado con el objetivo de la actividad. La corrección es el momento correspondiente a la toma de decisiones que permita realizar nuevamente la actividad de una forma cualitativamente superior.

Esta representación de la actividad humana puede servir de modelo teórico para el análisis sistémico estructural y funcional de la actividad directiva del profesor. Es conveniente señalar que en la perspectiva psicopedagógica de L.S. Vigotsky y seguidores que asumimos en este trabajo, el aprendizaje es el producto de un proceso de enseñanza que tiene lugar en un contexto social determinado, por lo que el sujeto que aprende está en indisoluble unidad y en constante interacción y comunicación con el sujeto que enseña; en cuya relación pueden producirse entre ellos intercambios de papeles (González, 1994; 1995).
La Actividad del Profesor

El profesor, el sujeto que enseña, tiene a su cargo la dirección del proceso de enseñanza aprendizaje, en tanto debe planificar, organizar, regular, controlar y corregir el aprendizaje del alumno y su propia actividad (Tristá, 1985; Reyes, 1999). El profesor debe estar en constante interacción y comunicación con sus alumnos, con sus colegas y con el resto de la comunidad de la institución donde labora. Se debe concebir como una personalidad integra, relacionada con el contexto social en que se desempeña como tal.

Lo que diferencia al proceso de enseñanza aprendizaje de otros procesos, su peculiaridad, es que lo que se transforma no es un objeto material inanimado, sino un ser humano, una persona que se modifica a sí misma con la ayuda de otras personas más capaces, especialmente con la guía, orientación y mediación del profesor. Es por ello que el objeto de la actividad del profesor no es exactamente el alumno, sino la dirección de su aprendizaje; pero para que dicha dirección sea eficiente, el profesor debe concebir al alumno como una personalidad plena que con su ayuda construye y reconstruye sus conocimientos, habilidades, hábitos, afectos, actitudes, formas de comportamiento y sus valores, en constante interacción con el medio socio cultural donde se desenvuelve (González, 1996).

Los motivos que mueven al profesor a desarrollar su actividad pueden ser de diversa índole y son también de extraordinaria importancia. Cuando el profesor ama la labor que desempeña, siente la necesidad interna de elevar la efectividad del proceso de enseñanza aprendizaje, de motivar a sus alumnos por el aprendizaje de la materia que imparte y, al unísono, de contribuir al crecimiento personal de cada uno de ellos. Sin embargo, si los motivos son extrínsecos, ajenos a la esencia del proceso que dirige, con frecuencia el profesor limita su labor fundamentalmente a la simple transmisión de los contenidos de la materia, estableciendo el “facilismo pedagógico”. Las insuficiencias en la personalidad del estudiante en gran medida están condicionadas dicho "facilismo pedagógico", que consiste en una disminución de las exigencias docentes, como la selección de tareas o ejercicios tipos que no requieren estrategias intelectuales complejas; dar al alumno facilidades adicionales excesivas para que apruebe las materias; la enseñanza que sólo persigue la reproducción de los contenidos por el alumno, que no le plantea situaciones que hagan necesaria su iniciativa y creatividad. Estas cuestiones alientan el facilismo en el aprendizaje, generando en el estudiante un rechazo hacia todo aquello que entraña dificultad y esfuerzo, por lo que a su vez atentan contra el desarrollo de sus cualidades volitivas y de valores, tales como el sentido de la responsabilidad, la perseverancia y la tenacidad ante las tareas (González, 1995).

Los objetivos de la enseñanza deben estar en correspondencia con los objetivos de aprendizaje, es decir, con las finalidades que pretenden lograr los estudiantes; así como con la demanda social. Los objetivos llegan a constituir verdaderamente el elemento rector del proceso de enseñanza aprendizaje, cuando tanto los alumnos como los profesores los asumen conscientemente como suyos.

La base de orientación del profesor comprende su preparación en los contenidos de la materia que imparte y en la teoría y la práctica pedagógica; su conocimiento psicopedagógico sobre las características generales del sujeto a la edad correspondiente a su grupo de alumnos; su conocimiento previo no estereotipado sobre las peculiaridades de dicho grupo y las características personales de cada uno de sus integrantes, especialmente acerca del nivel de desarrollo que poseen los alumnos al inicio del proceso. Todo lo anterior, así como la conciencia de los objetivos a lograr y de las condiciones ambientales, psicológicas y sociales en que tendrá lugar el proceso de enseñanza aprendizaje, le permitirán seleccionar los procedimientos, las tareas y los medios más apropiados para alcanzar la efectividad del proceso que dirige.

Los procedimientos de la enseñanza son los métodos, técnicas y estrategias pedagógicas que planifica, organiza e introduce el profesor en el proceso para propiciar el aprendizaje de sus alumnos, regularlo y corregirlo. Deben estar en correspondencia con los contenidos, la actividad del alumno, los medios disponibles, y las condiciones en que se verifica el aprendizaje. Aunque los procedimientos utilizados en el aprendizaje dependen de las características del alumno, estos generalmente asumen en la actividad docente que se desarrolla en el salón de clases los propuestos por el profesor.

Los medios pedagógicos son los recursos materiales, informativos, lingüísticos y psicológicos que emplea el profesor para facilitar una comunicación educativa eficaz con sus alumnos y, con ello, el proceso de interiorización de los contenidos de un plano social a un plano individual.

Las condiciones en tiene lugar la enseñanza están en íntima relación con las del aprendizaje, con la salvedad de que la primera ocurre fundamentalmente en el espacio físico y social de una institución educativa, mientras que el aprendizaje trasciende los marcos de la misma. Para el logro de un buen nivel de calidad del proceso de enseñanza aprendizaje el profesor debe procurar que el mismo se desarrolle en condiciones ambientales adecuadas y debe orientar a sus alumnos en este sentido para la realización del estudio individual o colectivo fuera de los marcos de la escuela. La creación de un clima psicológico favorable es también responsabilidad del profesor, especialmente estimulando la seguridad de los estudiantes en sí mismos, la autoestima y el sentido de pertenencia al grupo. Para ello, las condiciones sociales en que tiene lugar el proceso son de suma importancia, en tanto que la conjugación apropiada del trabajo individual y en grupos facilita la interiorización por el alumno de los contenidos específicos y no específicos.

Los productos del proceso de enseñanza aprendizaje son las transformaciones logradas tanto en la personalidad del estudiante y en la actividad del profesor, como en el proceso mismo.

La actividad del profesor, como cualquier otra actividad humana, puede ser descrita a través de cuatro momentos fundamentales: orientación, ejecución, control y corrección.

La orientación del profesor para el futuro desarrollo del proceso de enseñanza aprendizaje comienza con la elaboración de la base orientadora de su actividad y de la actividad del alumno, que le permita planificar y organizar las acciones que ambos deberán ejecutar.

Según la teoría de la dirección, la planificación consiste en la determinación de una situación ideal o deseada que orienta el trabajo de una institución, un colectivo o una persona en un período dado. En este sentido, la planificación del proceso de enseñanza aprendizaje debe contemplar la delimitación de los objetivos, la selección y estructuración de los contenidos, las tareas del estudiante, los recursos pedagógicos, los procedimientos necesarios y las formas de control para asegurar el cumplimiento de los objetivos.

La organización del proceso de enseñanza aprendizaje debe comprender la organización espacio temporal, la organización del trabajo y la organización de su dirección. La primera se refiere a la partición del proceso en subprocesos, por ejemplo, la división de una asignatura en temas o unidades, y éstos en actividades docentes, considerando la carga horaria de cada uno de ellos y la elaboración de los horarios de clases. La segunda trata de la distribución más conveniente del trabajo de los alumnos y del establecimiento de las medidas para asegurar la eficaz interacción entre ellos; así como la creación de condiciones ambientales, psicológicas y sociales adecuadas para el buen desenvolvimiento del proceso. La tercera consiste en la creación de la red de relaciones entre los profesores y, entre estos, y los estudiantes (Tristá, 1985).

El momento de orientación en la actividad del profesor según la teoría de la actividad, momento para la planificación y organización de acuerdo con la teoría de la dirección, se corresponde con el primer momento del procedimiento básico de la gestión de la calidad total, la planeación, del denominado Ciclo de Deming o de mejoramiento continuo: Planear, hacer, verificar y actuar.

La planeación es entonces un momento imprescindible para el logro de una educación de calidad. Planear, desde esta perspectiva, significa establecer qué debe hacerse durante el proceso de enseñanza aprendizaje, cómo debe éste desarrollarse, mediante qué acciones concretas y sus responsables, atendiendo a las metas y a la misión de la institución educativa, es decir, a las necesidades del alumno, de la familia del alumno, del proceso educativo que recibirá al alumno en un siguiente nivel escolar y de la sociedad en general (Reyes, 1999).

Durante la ejecución, la tarea del profesor es la de llevar a cabo lo planificado y organizado en el momento de la orientación, de manera flexible y en acción mancomunada con sus alumnos. En este momento, su función principal es la regulación basada en el control sistemático del proceso en su totalidad, es decir, tanto del aprendizaje del alumno como de su propia actividad.

En la teoría de la dirección, la regulación es una fase necesaria debido a que los sistemas de dirección se encuentran bajo el efecto de dos tendencias contradictorias: la tendencia a la organización por la acción del sujeto de la dirección y la tendencia a la desorganización, condicionada principalmente por factores exteriores. Dados los constantes efectos perturbadores sobre el sistema, la misión del sujeto de la dirección (profesor) consiste en valerse de la regulación para asegurar la adaptación de las influencias externas, es decir, la asimilación de éstas dentro del marco de la organización vigente. De esa manera, a través de la regulación se mantiene el funcionamiento normal del objeto de dirección (el alumno) en el sentido de cumplir con los objetivos establecidos.

De acuerdo con el ciclo de Deming de la calidad total, este es el momento de hacer, de llevar a cabo lo planeado. En este momento es de suma importancia la persistencia en el propósito, ya que la actitud de las personas que participen en el proceso es el factor más importante en la calidad del mismo. Por ello, en esta etapa la comunicación educativa juega un papel preponderante, porque permite crear una red de relaciones interpersonales afectivas que facilitan el compromiso de los participantes con el logro de lo planificado (Reyes, 1999).

Por lo antes expresado, es en esta etapa en la que toma mayor importancia el estilo de dirección del profesor, ya que él es el líder que dirige el proceso de enseñanza aprendizaje. De su estilo dependen en gran medida las características de la actividad docente, el aprendizaje de los alumnos; así como el sistema de interacción que se produce en dicho proceso. En ese sentido es importante que el profesor mantenga una actitud positiva hacia los estudiantes y la capacidad de comprensión del otro, para lo que debe plantearse una estrategia y una táctica de comunicación en el salón de clases (Díaz, 1997), que le permita asumir un estilo de dirección democrático y comunicativo (Ojalvo, 1999), caracterizado por:

· Tener en cuenta las particularidades individuales, la experiencia personal, las necesidades y la actividad del alumno.

· Trabajar con el grupo como un todo, sin abandonar el enfoque personal en el tratamiento de los estudiantes.

· No ser estereotipado ni en la conducta, ni en los juicios.

· No ser selectivo en los contactos, ni subjetivo en las valoraciones.

· No ser agresivo en las relaciones.

· Estimular la participación activa de los estudiantes en la manifestación de criterios tanto de temas docentes como de otra índole.

· Preocuparse por los problemas y dificultades de los estudiantes, tanto en el área docente como en lo personal y familiar.

· Ser sensible y tener tacto en el trato.

· Destacar más los logros que las insuficiencias.

· Encaminar su actividad a la formación integral de la personalidad del alumno.

Una metodología de enseñanza deficiente seguida por el profesor no sólo es producto de una deficiente formación pedagógica, ya que existen profesores sin preparación pedagógica que con su entusiasmo logran contagiar a sus alumnos con el amor a su disciplina, encontrando maneras propias de comunicar y enseñar. La metodología seguida por el profesor refleja sobretodo una “mentalidad”, un sistema de creencias y valores, una “cosmovisión”, integrada por el concepto que se tiene del hombre y de su capacidad de crecimiento; así como por el concepto que se tiene de la sociedad y de la necesidad o no de su transformación (Díaz, 1997).

El control final del proceso de enseñanza aprendizaje consiste en la comprobación de la calidad del aprendizaje lograda por el alumno, contrastando lo alcanzado con los objetivos que se perseguían, a la vez que se comprueba la acción educativa del profesor.

En la teoría de la dirección, controlar es comparar el comportamiento real con el previsto y realizar las acciones pertinentes para garantizar el logro de los objetivos. El control cumple dos importantes funciones: En primer lugar revela la efectividad del trabajo realizado durante la planificación, la organización y la regulación, con lo que permite corregir las decisiones erróneas, total o parcialmente, que se hayan tomado en este sentido y, en segundo lugar, posibilita responder a tiempo y con eficacia a las desviaciones sufridas en el cumplimiento de los objetivos.

Se denomina control interno al que ejerce el propio profesor sobre el proceso de enseñanza aprendizaje que lleva a cabo. En este caso el control se expresa como el control sobre el aprendizaje de los alumnos y como autocontrol del profesor sobre su propia actividad. El control externo es el que realizan agentes externos al profesor y debe contener todos aquellos aspectos que reflejan de una u otra forma, la efectividad del proceso de enseñanza aprendizaje. Tanto el control sistemático como el final deben servir de base para la evaluación.

De acuerdo con el ciclo de Deming esta es la etapa de la verificación, de identificar y de comprender las diferencias entre los resultados logrados y los esperados. En otras palabras, este es el momento de constatar el nivel de calidad alcanzado durante el proceso de enseñanza aprendizaje.

La calidad de la educación está determinada por el conjunto de relaciones de coherencia entre aspectos tales como: las demandas de la sociedad; los objetivos de la educación; la entrada al sistema; el proceso de enseñanza aprendizaje y el producto obtenido.

El concepto de calidad de la educación incluye varias dimensiones: la eficacia, la relevancia, la equidad y la eficiencia (Organización de Estados Iberoamericanos, 2000).

La eficacia presupone que una educación de calidad es la que logra que los alumnos verdaderamente aprendan aquello que se supone deban aprender, es decir, lo que está establecido en los planes y programas de estudio, después de un determinado ciclo educativo. Esta primera dimensión se refiere a la calidad del aprendizaje y, en nuestra opinión, depende de la calidad con la que el profesor haya planificado, organizado, ejecutado y regulado el proceso de enseñanza aprendizaje.

La educación es relevante cuando los contenidos responden a las necesidades del alumno para desarrollarse como persona, intelectual, afectiva, moral y físicamente; así como para desempeñarse en la sociedad en que vive. La relevancia se refiere entonces al nivel de correspondencia de los contenidos con los objetivos educativos, en la medida que éstos orienten la selección de contenidos que contribuyan a la preparación de los alumnos para su desempeño en todos los ordenes de la vida en un contexto socio cultural determinado, la educación será más relevante.

La equidad consiste en dar más apoyo a aquellos alumnos que más lo necesiten, a partir del reconocimiento de que al sistema educativo acceden diferentes tipos de alumnos con diferentes puntos de partida. La equidad se verá reflejada en la eficacia.

La eficiencia se refiere a que un sistema educativo será más eficiente en la medida en que con menos recursos consiga resultados similares a los de otro sistema que posee más recursos.

La corrección final, es el momento de reflexión y de toma de decisiones sobre proceso de enseñanza aprendizaje que ha finalizado. En este momento el profesor adopta las acciones correctoras necesarias para eliminar los comportamientos indeseados y que han limitado el cumplimiento de los objetivos trazados.

Para desarrollar su actividad con calidad a los profesores les concierne también el imperativo de actualizar sus conocimientos y competencias a lo largo de la vida. Deben perfeccionar su arte y aprovechar las experiencias realizadas en las distintas esferas de la vida económica, social y cultural; así como trabajar en equipo a fin de adaptar la educación a las características particulares de los grupos de alumnos (Delors, 1997).
Reflexiones finales

La concepción sobre la actividad del profesor que sometemos a discusión en este trabajo exige algunas consideraciones finales y no por ello menos importantes. No se debe olvidar que el profesor es un ser humano que comparte con el resto de la humanidad limitaciones y necesidades básicas fisiológicas, de seguridad, de amor y sentido de pertenencia, de estima y de autorrealización personal. Por ello, la sociedad tiene que reconocer la importancia del profesor en la formación de las nuevas generaciones y dotarle de la autoridad necesaria, así como de condiciones de vida y de trabajo adecuadas a la función social que desempeña (Pereira, 1999). Es indispensable revalorizar el estado social del profesor si se quiere que la educación a lo largo de la vida cumpla su misión clave a favor del progreso social.
Bibliografía
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· Delors, J. (1997) “La educación encierra un tesoro. Informe de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI”. Ediciones UNESCO, impreso en México.
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· Díaz, J.; Martins, A. (1997) Estratégias de ensino-aprendizagem, Ed. VOZES. Brasil.
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· González, O. (1996) “El enfoque histórico cultural como fundamentación de una concepción pedagógica”, en Tendencias Pedagógicas Contemporáneas, Ed. El Poiras Editores e Impresores, Ibagué, Colombia.
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· González, O. (1994) “Didáctica Universitaria”, Centro de Estudios para el Perfeccionamiento de la Educación Superior, Ed. Universidad de la Habana, La Habana.
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· González, O. (1995) “Aprendizaje e Instrucción”, Centro de Estudios para el Perfeccionamiento de la Educación Superior, Ed. Universidad de la Habana, La Habana.
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· Leontiev, A. N. (1981) “Actividad, conciencia, personalidad”, Ed. Pueblo y Educación, La Habana.
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· Ojalvo, V.; Castellanos, A. V.; Krafchenko, O.; González, B.; Salazar, T.; Fernández, A. M. (1999) “Comunicación educativa”,. CEPES, Universidad de la Habana. La Habana.
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· Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) (2000) “Programa Evaluación de la Calidad de la Educación. Documentos 1-5”, http://www.ince.mec.es/cumbre/
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· Pereira, M.N. (1999) “Educación en valores. Metodología e innovación educativa,”. Edit. Trillas. México.
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· Reyes, A. (1999) “Técnicas y modelos de calidad en el salón de clases”, Ed. Trillas, México.
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· Talizina, N.F. (1988) “Psicología de la enseñanza”, Ed. Progreso, Moscú.
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· Tristá, B. (1985) “Dirección en los centros de educación superior”, Ed. MES, La Habana.
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· Vigotsky, L. (1982) “Pensamiento y Lenguaje”, Ed. Pueblo y Educación, La Habana, Cuba.

lunes, enero 04, 2010

El papel de la familia en la educación







¿Qué es educar? Podríamos encontrar un número significativo de respuestas; y todas válidas. Quizás, en cada una de ellas se acentúa un aspecto de este complejo proceso.

Educar es aprender a vivir en sociedad. La educación supone una interacción entre las personas que intervienen enseñando y aprendiendo simultáneamente, en un interjuego de relaciones personales que le confieren una dinámica particular a este proceso.

Es interesante el hecho de que la educación en su forma sistemática, planificada es intencional, pero hay educación aun en el caso que no seamos conscientes de estar enseñando sin que exista un propósito o una intención.

La educación es demasiado importante para dejarla sólo en manos de los maestros. Por lo que los padres deben ser agentes más activos ante el proceso educativo de sus hijos. Comprender que la dinámica educativa nos incluye a todos, es una actividad permanente que integra a los hijos, a los maestros, a los padres y a la comunidad en su conjunto.

Hablar de la familia y la escuela es hablar, en primer lugar, de la responsabilidad de los padres en la educación de sus hijos, y, en segundo lugar, de la necesidad de una colaboración estrecha entre los padres y los educadores. La participación de los padres en la educación de los hijos debe ser considerada esencial y fundamental, pues son ellos los que ponen la primera piedra de ese importante edificio que marcará el futuro de cada ser humano.

La familia es una de las instituciones básicas que existen en la sociedad y además se puede considerar la más importante en los primeros años de nuestra vida; es en la cual nos refugiamos, donde estamos más a gusto y desde donde empieza nuestra socialización y el aprendizaje de nuestro papel dentro de un grupo, que primero será la familia (y, por tanto, consideramos que es tan importante) y luego se extenderá llegando al colegio, con los amigos y, así hasta poder relacionarte con el resto de la sociedad. Es, por tanto, muy importante esta institución ya que forma a los individuos desde pequeños adquiriendo valores y aprendiendo a adaptarnos en nuestra cultura y sociedad.

Además tenemos que decir que es la institución más cercana y donde encontramos mayor afecto. Convivir, aprender normas de conducta, comportamientos y otra serie de actos sociales son más fáciles de aprender dentro de la familia, aunque no debemos olvidar el papel de otras instituciones como la escuela que ayudan a reforzar todos estos valores y muchas veces introducen otros nuevos.

Se necesitan canales de comunicación y una acción coordinada para que los niños se desarrollen intelectual, emocional y socialmente en las mejores condiciones. Por ello, la suma del esfuerzo de los dos baluartes de ese proceso, la familia y la escuela, es, según los expertos, el camino a seguir. La sintonía entre los dos ámbitos vitales del niño, además de generar confianza entre padres, madres y profesores, estimulará la idea de que se encuentra en dos espacios diferentes pero complementarios.
En este artículo, destacamos la necesidad educativa de fomentar la cooperación entre las familias y los centros escolares, al mismo tiempo que resaltamos los múltiples efectos positivos que conlleva tanto para los alumnos como para los padres, profesores, el centro escolar y por supuesto la comunidad en la que éste se asienta. La participación de los padres en la vida escolar parece tener repercusiones tales como una mayor autoestima de los niños, un mejor rendimiento escolar, mejores relaciones padres-hijos y actitudes más positivas de los padres hacia la escuela. Los efectos se repercuten incluso en los mismos maestros, ya que los padres consideran que los más competentes son aquellos que trabajan con la familia.

Somos conscientes de que los primeros años de vida, junto a otras instancias socializadoras, la familia es la principal. Pero si partimos de la idea de que el ambiente familiar y escolar son los que más influyen en el desarrollo del individuo y su proceso educativo, es fundamental la colaboración entre todos aquellos que intervienen en el desarrollo y formación del niño. Entre la escuela y la familia debe existir una estrecha comunicación para lograr una visión globalizada y completa del alumno, eliminando en la medida de lo posible discrepancias y antagonismos a favor de la unificación de criterios de actuación y apoyo mutuo ya que, por derecho y por deber, tienen fuertes competencias educativas y necesariamente han de estar coordinados, siendo objeto, meta y responsabilidad de ambas instituciones construir una intencionalidad educativa común.

Hablar de familia en la actualidad nos lleva a hablar de diversidad. Más allá del casi obligado plural con que debemos referirnos a la institución familiar, es cierto que las definiciones de familia por más variadas que sean descansan hoy en la relación interindividual, dando la idea de que la familia es ante todo un proyecto relacional que no hace referencia necesariamente a lazos de sangre.

Las familias acompañan la evolución de los niños, en el proceso de escolarización, que es la vía excelente para ir penetrando en otros ámbitos sociales diferentes a la familia. Esta, a través de estas funciones, apunta a educar a los niños para que puedan ser autónomos, emocionalmente equilibrados y, al mismo tiempo, capaces de establecer vínculos afectivos satisfactorios.

Podríamos decir que son dos, los aspectos fundamentales que marcan a la familia de hoy en día: es el niño quién la define, ya sea por su ausencia o por su presencia. Por otro lado, la historia de las personas dentro de las familias no es tan lineal como antaño: el ciclo de vida familiar no es tan previsible, y una misma persona puede pasar por muy diferentes etapas de su vida en cuanto a la familia: celibato, pareja, familia mono-parental, familia compuesta, etc..

Desde una perspectiva evolutivo-educativa, podemos decir que la familia supone:

* un proyecto vital de existencia en común con un proyecto educativo compartido, donde hay un fuerte compromiso emocional,
* un contexto de desarrollo tanto para los hijos como para los padres y abuelos,
* un escenario de encuentro inter-generacional,
* una red de apoyo para las transiciones y las crisis.

Desde esta perspectiva, la familia aparece como el mejor contexto para acompañar a la persona para transitar los cambios que implica necesariamente la vida.

La armonía familiar, la comprensión y el apoyo aparecen como dimensiones centrales para la formación de sistemas de valores que se refieren a estados finales de la existencia y a comportamientos deseables. Estos resultados ilustran la relación que existe entre los valores característicos de cada sociedad y los valores individuales de sus miembros. La transmisión de valores parece darse en forma principal a través de la familia siendo entonces el clima familiar con todos sus componentes socio-afectivos lo que da sentido a los valores, sin descuidar, como hemos dicho que hay otros agentes que intervienen en la transmisión de valores: los medios de comunicación social, las instituciones educativas, etc.

Podemos por tanto ahora tener una visión más clara y a su vez más amplia de lo que significa la familia y qué importancia tiene para nosotros en nuestra vida, en una vida en sociedad; aunque nunca debemos olvidar que también pueden surgir problemas si esta misión de integración social no se tiene en cuenta, o se hace una mala gestión. Con esto, queremos decir que el concepto de familia va más allá de lo que en un principio se entiende de esta palabra, ya que se extiende a todos los campos de nuestro vivir diario y tiene serias influencias en nuestros comportamientos, ya sean para bien o para mal.

Es de esta forma y no otra que, los padres y docentes deben exigirse día a día por complementarse más y trabajar en comunión, para alcanzar el objetivo primordial de una sociedad, entregar a ésta, hombres y mujeres responsables, útiles, con valores y organizados que, aporten y no sean una tara en el futuro.

De tal manera, las influencias de los distintos agentes socializadores que intervienen en la formación de las nuevas generaciones desde diferentes escenarios debieran coincidir en los objetivos, los recursos y los procedimientos educativos que potencian el desarrollo de la personalidad del sujeto de forma más armónica y consistente.

Para finalizar, podríamos decir que la escuela y la familia son agentes de socialización; potenciar las influencias educativas de ambos y lograr su convergencia, aún no es una realidad, sino una utopía. Todavía debemos transitar un largo camino que debemos trazar y señalar en él hacia dónde queremos llegar.


Autor/a:
Mª de los Ángeles López Barrios

Publicado en:
Recursos de formación (num. 3)

http://www.encuentroeducativo.com/revista/?p=1686

Doce pasos necesarios para acabar con el fracaso escolar y recuperar la excelencia educativa


Fracaso escolar

Lo ha certificado el informe PISA, pero no es el único. El fracaso escolar de casi uno de cada tres alumnos españoles lo han constatado también el informe del Ministerio de Educación Panorama de la Educación, publicaciones especializadas como Magisterio y los propios docentes en el día a día.



Mientras tanto, lejos de atender a otros modelos europeos basados en el esfuerzo que han mejorado su sistema educativo, el Gobierno sigue instalado en el ‘buenismo’, con corrientes pedagógicas que fracasaron anteriormente en otros países.



¿Qué soluciones se deben aplicar para acabar con esta situación? Según tres expertos en la materia proponen un plan ‘B’, para poner fin a la crisis y devolver al sistema educativo español el prestigio que merece.



Isabel Bazo Sánchez, presidenta de la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE) y consejera del Consejo Escolar del Estado; Alfonso López Quintás, catedrático emérito de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Real Academia de Ciencia Morales y Políticas; y José Manuel Mañú Noain, con 30 años dedicado a la docencia en centros públicos y privados y autor de varios libros sobre educación, proponen un total de trece pasos necesarios.



Entre ellos, restablecer la disciplina entre el alumnado, devolver al profesor su autoridad y la necesaria implicación de los padres, son las claves del éxito.



“Contra la calidad, el prestigio y la libertad”



Isabel Bazo considera que “las sucesivas leyes implantadas a golpe de mayorías parlamentarias han sido ataques contundentes contra la calidad, el prestigio y la libertad, auténticos pilares de todo sistema educativo que mira al futuro”.



“Nuestros gobernantes siguen sin dar soluciones al tremendo número de abandonos de la escuela sin la titulación mínima; al alto índice de caso de violencia en las aulas; a la desesperanza de los educadores ante la infravaloración de su tarea”, denuncia la experta.



Tampoco solucionan “la pérdida de identidad de los colegios privados cuando se atan a criterios gubernamentales al aceptar los ‘conciertos económicos’ por ofrecer a las familias la educación gratuita que establece la Constitución”, añade”.



Bazo cree que existen soluciones, “pero deben involucrarse la familia, la escuela, la sociedad y nuestros legisladores”, concluye.



“Superar el declive”



Alfonso López también opina que existen soluciones para “superar el declive de la educación”, que “comenzó hacia los años 50 con la decisión de rebajar el nivel de exigencia”, y propone diez cuestiones básicas para conseguirlo.



En cuanto a la actual desmotivación de una buena parte de profesores, López considera que si a la “dejación por parte de las autoridades académicas se une la indisciplina y el desinterés de muchos alumnos, no es ilógica la desmotivación de los profesores”.



¿Más gasto educativo?: No es suficiente



Por su parte, José Manuel Mañú sugiere también una serie de pasos para mejorar la educación española, coincidiendo con sus colegas en muchas de sus propuestas.



A pesar de que invertir más en educación ayuda a conseguir mejoras, Mañú precisa que “obtenemos resultados por debajo de países con mayor número de alumnos por aula y con menos gasto educativo”.



Entonces, ¿qué soluciones hay que aplicar?



Los doce pasos



Unificando los criterios de estos tres expertos, podríamos concluir que los pasos necesarios para llevar a cabo una ‘revolución’ dentro del actual y fracasado sistema educativo son los siguientes:



1. Restablecer la disciplina entre el alumnado y elevar el nivel de calidad, tomando como canon de medida a los alumnos bien dotados y motivados.



2. Devolver a los profesores la necesaria autoridad, que nunca debieron haber perdido, y crear un clima de trabajo adecuado.



3. Reponer en la universidad el nivel de exigencia en la selección del profesorado y elaborar planes de estudio aptos para conseguir profesionales bien preparados para la investigación y la docencia. Por ejemplo, exigiéndoles el conocimiento de las lenguas que sean indispensables en cada carrera.



4. Prestigiar la formación profesional como alternativa rentable y noble a la formación universitaria.



5. Aumentar la comunicación y colaboración entre padres y profesores para buscar los mismos objetivos educativos. En la educación deben involucrarse la familia y la escuela, así como la sociedad en su conjunto y las administraciones.



6. Educar en un clima de cariño, pero también de exigencia, para ayudar a los alumnos a no dejarse arrastrar por un hedonismo que incapacita para el esfuerzo.



7. Conseguir que otras formas de ocio no suplanten a la lectura, sabiendo crear entre los alumnos o hijos el clima propicio para conseguir y mantener buenos lectores.



8. Lograr un estilo educativo que les permita ir a contracorriente cuando sea necesario, fomentando el liderazgo solidario entre los estudiantes.



9. Ayudarlos a marcarse metas personales de mejora y a luchar para adquirirlas, sabiendo recomenzar una y otra vez. Fomentar, por tanto, una libertad responsable capaz de asumir compromisos y mantenerlos.



10. Educar en virtudes en el ambiente familiar y escolar, dejando de lado complejos potenciados desde una visión laicista de la sociedad.



11. Atender a la educación diferenciada. Las chicas rinden mejor en colegios femeninos, mientras los chicos, en presencia de ellas, tienden especialmente a un comportamiento más bullicioso y que no facilita el clima de trabajo.



12. Facilitar a los padres la elección de la escuela acorde con sus creencias. Para ello, es imprescindible que existan centros educativos diferentes con idearios definidos, que fomenten la triple dimensión del ser humano: intelectual, física y espiritual.